Los Últimos Días de Ricaurte
Parte 1
«El que abandona todo por ser útil a su patria, no pierde nada y gana cuanto le consagra».
Simón Bolívar
El año de 1814 represento para Venezuela un verdadero cuadro dantesco. Fue el año más terrible e implacable de la guerra de independencia, arrojando un porcentaje muy alto en pérdidas de vidas humanas. La crueldad, y la barbarie se confundieron con los ideales de independencia y libertad, atravesados por las lanzas y degollados por los sables del León del los Llanos José Tomas Boves y sus verdugos como Zuazola, Antoñanzas, Rosete, Morales, Ceballos y Yañez.
El decreto de Guerra a Muerte, también llevo a los patriotas a igualarse con los realistas como carniceros. Personajes como Vicente Campo Elías, Antonio Nariño, Juan Bautista Arismendi y José Francisco Bermúdez cometieron los más actos crueles que dieron pie para que, una parte importante de la población de llaneros, campesinos, esclavos, mulatos e indios se uniera a las tropas del Taita Boves. Campo Elías tuvo una triste historia en la población de Calabozo, una provincia del Estado Guárico, donde llevo a cabo una matanza sin precedentes, persiguiendo esclavos fugitivos.
También fue el año donde ocurrió el acto más extraordinario y sublime de la mano de un personaje, que cambio la totalidad del conflicto armado en la Batalla de San Mateo.
Un 24 de Marzo de ese tormentoso año de 1814 en un pueblito llamado San Mateo, en el Edo Aragua, se encontraban reunidos en la hacienda de la familia de Bolívar el capitán Antonio Ricaurte, junto con el Libertador y un grupo de soldados y oficiales, para planificar la defensa del ingenio, donde se encontraba gran parte del parque de armas, con motivo de las amenazas de José Tomas Boves, quien derroto a Bermúdez en la Batalla de la Puerta, y haber terminado con las vidas del Coronel Diego Jalón y de Vicente Campo Elías.
Ya caída la noche, el capitán Ricaurte se dirigió hacia el solar de la quinta, para tomar un descanso. Meditando, estaba sumergido en sus pensamientos, recodando su natal Villa Leyva, una provincia de Nueva Granada, donde vivió sus más gratos recuerdos de infancia, su juventud y a su bella esposa Juana Martínez Camacho.
En ese momento, durante su breve meditación, se acercaba la nona del Libertador, la Negra Matea, para ofrecerle una taza de café. La Negra Observando al capitán quien tenía su vista fija en el cielo, le pregunta:
— ¿Que le sucede niño Ricaurte?
—Aquí mi querida negra observando esa bóveda llena de estrellas—, le responde Ricaurte—, recordando unas frases de esas que dicen los curas….polvo eres y en polvo te convertirás. Parece mentira, pero en esas pocas palabras, se define la existencia en este planeta.
—Ay mi señor—, contesta Matea—presiento que vienen cosas muy espantosas para esta hacienda. Encomiéndese a la virgencita del Carmen para que aleje a ese tirano del taita Boves.
En ese momento la negra le entrega un escapulario de la virgen y Ricaurte se lo coloca en el cuello.
—No te preocupes mi querida Matea. Si tengo que dar mi vida para defender este sitio y a ustedes, lo hare. Para eso escogí esta hermosa carrera de las armas. La vida es un puente mi doñita hay que pasar por él.
—Mi niño Ricaurte lo noto muy cansado ¿por qué no se va a dormir?
El neogranadino tomando un sorbo de café, observa la taza de peltre que poseía en sus manos. Era de color blanco, con cierta decoloración, borrando el relieve de una rosa que tenia pintada.
—Sabes Matea, una vez soñé que salía de mi cuerpo y volaba hasta el infinito. Allí conocí un ser que me decía: «La muerte espera a la muerte, y la vida va en pos de la vida». Realmente no entendí ese mensaje. Tendría como 20 años cuando empecé en la carrera militar.
—Ay hijo ¿y cómo era ese ser? —, pregunta Matea mientras se hace la señal de la cruz.
—Tenía aspecto de un anciano, pero como soy ateo no creo que sea Dios.
Matea en un tono de misterio le dice muy calladamente al reflexivo capitán:
—Niño Ricaurte le voy a confesar una cosa, ya que mi amo Bolívar se encuentra dormido en su habitación.
— ¿Aja y que será?
—Yo sé de cosas que me han enseñado mis antepasados y sé que es lo que va a ocurrir en este país después que salgamos de estos conquistadores.
Ricaurte, en un tono de incredulidad, replico—Caramba ¿y se podría saber que va a suceder?
—Veo mucha muerte y desunión porque después de esto se desatara la verdadera guerra por estas tierras entre nosotros como hermanos—, Matea se sienta en una poltrona y se acomoda su pañoleta blanca que le cubría su cabellera negra y luego confesó —Niño Ricaurte, que difícil será para nuestras descendencias tener que seguir arrastrando las ánimas en pena que quedaran de esta lucha por la libertad…. si señor.
Ricaurte sorprendido por la revelación inquirió:
—Matea, realmente no creo mucho en profecías, sin embargo he notado de un tiempo para acá un peligroso rebrote de caudillismo en las mismas filas de nuestros patriotas, te podría nombrar a algunos: Mariño, Piar y el mismo José Félix Ribas. Eso le hará un gran daño al país, pues fíjese ya salto el primero….El taita Boves.
Matea se queda observando las estrellas y manifiesta:
—Niño Ricaurte veo que usted adoras más este país que esos que se la pasan con mi amo Bolívar. Y sé que muchos de ellos luchan más por sus intereses que liberar estas tierras.
—Adoro esta patria Matea, posee algo mágico y encantador. ¿Qué tesoros tan grandiosos esconderá estas tierras?. Unos campos muy fértiles, una naturaleza magnifica, unas montañas que parecen la morada de los dioses del Olimpo, unos hermosos ríos, una exuberante belleza en sus costas, en fin, no dudo Matea que, después de esto, este país sea la nación más deseada del mundo. Probablemente no veré el final de esta guerra, no obstante espero que sepan cuidarla y sacarle el mejor provecho para su progreso.
En ese momento Ricaurte apunta con su dedo el cielo y dice:
—Si Dios existe ¿por que permite tanta maldad en este mundo? o es que ¿somos nosotros lo que originamos ese sentimiento?.Todavía hay cosas que no logro entender.—, el capitán en un tono melancólico respira profundo.—Vemos morir mucha gente y no nos importa su condición solo por obtener poder y riquezas. Esclavizamos, humillamos, y devastamos todo lo que tenga vida y al final del camino no se logra ningún tipo de beneficio más que aumentar nuestra propia extinción.
—Matea —, continúa Ricaurte—uno pensó que con la caída del imperio más grande que gobernó este planeta, como fue Roma, se acabarían los problemas en el mundo y fíjese usted como esta Europa en una constate revolución. El día que este hermoso país recupere su libertad e independencia, no hay la menor duda, que aparecerá la verdadera pesadilla.
Matea se queda pensativa y exclama —niño Ricaurte ¿y dónde queda esa Europa?
—Muy lejos de aquí y casi cerquita de sus antiguas tierras.
Matea con su rostro endurecido por su piel de color le hace el siguiente comentario:
— ¿Cerquita de mis tierras?, fíjese usted, niño Ricaurte, a mis ancestros los sacaron de sus tierras para servir al hombre blanco. Los llevaron a naciones desconocidas. Muchos de ellos murieron en el mar; otros los convirtieron en bestias de carga y el resto forman parte de rebeliones para ser libres. Y sé que muchos de ellos, están en las filas del taita Boves, llenos de odio y de resentimiento que no tendrá cura jamás. Tengo la certeza que algún día seremos libres del amo blanco, pero me temo que seguiremos siendo esclavos de nuestra propia maldad.
Ricaurte se termina de tomar el café:
—Así es Matea, realmente me da dolor ver y sentir en que nos hemos convertido. Y si el Diablo existe creo que debe ser más humano que un ángel caído—, concluye el capitán.
Matea se levanta de la poltrona:
—Mi niño vaya a dormir que mañana tiene que estar bien recuperado para enfrentar a las tropas de Boves.
—Esta bien Doña Matea….Iré a descansar.
Ricaurte se retira, desapareciendo en la oscuridad de la hacienda.
Próximamente Segunda Parte
Autor: FG
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